lunes, diciembre 20, 2010

El aplausómetro


El pasado jueves (16 de diciembre) estuve en la gala de entrega de los premios de la calidad, organizada por Euskalit. Esta gala es ya una tradición, casi como el inicio de la navidad. Y una oportunidad para encontrarte con personas a las que no has visto en años.

La mayor parte de los asistentes fueron las personas de las organizaciones premiadas. Resultaba curioso ver las diferencias en la forma de aplaudir al gerente o a la directora de turno, los diferentes modo como las personas de cada una de las organizaciones premiadas jalean a su líder máximo, justo cuando recibe un reconocimiento público por el todos han trabajado.

Algunos aplausos eran correctos pero fríos, sin emoción; otros por el contrario mostraban una entrega total del colectivo a la persona que subía a por el trofeo. A mí se me ocurría que esas diferentes formas de aplaudir eran un indicador del grado de relación de las personas con sus líderes, que cuando un colectivo se siente realmente a gusto con las personas que movilizan el cambio, no se limitan a aplaudirlas.

Es como un concierto o una función de ópera: si realmente es buena, uno no puedo solo aplaudir con corrección, necesita manifestarse con un punto de vehemencia.

1 comentario:

Mertxe dijo...

iempre he creído que las personas son buenas por naturaleza, he incluso he llegado a pensar que cuando otros hacen cosas bien nos alegramos de ello. A pesar de mis experiencias en la vida quiero seguir pensando igual.
También sé que actuamos muchas veces para dar una imagen que no es la nuestra, o que hacemos propio (en nuestro derecho está) algo con lo que se ha reconocido solo a la dirección, a pesar de todo quiero seguir pensando que muchos de esos aplausos salían del corazón.

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